Marihuana pasó a ser «droga dura»

El consumo de marihuana en Chile creció del 5,3 al 7%, según el último estudio de Conace, que comparó los años 2004 y 2006. Aumento que va a la par de una baja en la percepción de riesgo frente a esta droga (de 55 a 43%) y un alza en la oferta -de 8 a 21%- para las personas de niveles socioeconómicos alto y medio-alto.

Cifras que llevaron al gobierno a resaltar el alto efecto adictivo de la marihuana y a incluirla en la lista de las drogas más riesgosas para la salud.

Por eso, el 19 de febrero pasado la cannabis sativa, en todas sus formas, pasó a formar parte de la llamada «Lista 1», que agrupa a«las sustancias o drogas estupefacientes o sicotrópicas, productoras de dependencia física o síquica, capaces de provocar graves efectos tóxicos o daños considerables a la salud», según fundamenta el artículo 1 del nuevo reglamento de la ley 20.000, que sanciona el tráfico de estupefacientes. En la lista están la cocaína, el opio y la heroína.

El efecto penal, explica María Teresa Chadwick, secretaria ejecutiva de Conace, es que los tribunales no podrán rebajar la pena de un traficante de marihuana por alguna atenuante.

«Pero esto también responde a la realidad de que esta droga no es inocua. Un tercio de las más de siete mil personas a las que ofrecemos tratamiento y rehabilitación, a través del convenio Conace-Fonasa, entran a este programa por abuso de marihuana», enfatiza.

Cerebro envejecido

El doctor Rolando Chandía, director de la Clínica Alfa Adicciones, agrega que hay datos «duros e innegables» de que la marihuana produce dependencia física.

«Esta droga produce efectos neurotóxicos demostrados a nivel de neuroimágenes. Vemos a jóvenes con atrofias neurológicas, con cerebros de viejos», advierte el médico.

Y agrega que no sólo les toca atender dependencias, sino también otros «cuadros psiquiátricos complejos». Esto lo ejemplifica con dos jóvenes que fueron internados en su clínica, durante el verano, por cuadros de psicosis generada por un consumo intenso de marihuana «indoor».

Se trata, agrega el especialista, de un tipo de cannabis sativa que es cultivada en la casa, y que se obtiene de semillas transgénicas traídas desde el exterior. «Siguen ciertas instrucciones y obtienen una droga con 30% más potencial adictivo que la normal».

El médico añade que un porcentaje importante de sus pacientes son policonsumidores, es decir, usan más de una droga, entre las que se incluye la marihuana. Y aunque los casos de adicción sólo a esta sustancia que le ha tocado tratar son pocos, sí está claro que la mayoría de sus pacientes policonsumidores inició su ingesta de drogas fumando «yerba».

Mensaje relativista

En Conace saben que el solo cambio de la marihuana de lista 2 -de drogas menos adictivas y donde se hayan diversas benzodiacepinas- a lista 1 -donde están la cocaína, la heroína, el opio y la metanfetamina- no reducirá automáticamente su consumo, pero sí envía una señal clara a los proveedores.

«Traficar marihuana ahora no tiene ninguna posibilidad de rebaja de pena», lo que debería persuadir a unos cuantos para que dejen de vender esa droga.

Pero esto necesariamente debe llevar aparejado el control del ingreso y producción de droga, así como un fuerte mensaje de prevención, reconoce María Teresa Chadwick. Porque, claramente, un problema a resolver es la baja percepción de riesgo que la población más joven tiene sobre el consumo de marihuana.

En este tema, dice la autoridad de Conace, tienen mucho que decir quienes son ídolos juveniles. «Hay personas que influyen en el mundo juvenil, que les dicen a los jóvenes que ellos consumen y no les pasa nada. Y obviamente que eso afecta la percepción de riesgo».

El tema, dice el doctor Chandía, es que efectivamente de tres personas que consumen marihuana una crea dependencia. Pero, agrega, ese tercio no es poco cuando se considera que más de 600 mil personas declararon haber consumido esta droga en el último estudio de Conace. Y que ninguna de ellas sabe si tiene la predisposición a crear dependencia.

Fuente: www.emol.com